lunes, 14 de diciembre de 2009

imagen de ti


Hoy me gustaria contaros historias de un hombre que tomaba decisiones firmes. Nunca se traicionaba, ni traicionaba a otros. Contaros sus aventuras en las que no hallariais un apice de miedo, ni rencor al enemigo. Un hombre bueno y malo. Alguien que se adaptaba a cada situacion con la actitud idonia.
Seria tan bonito hablaros de un hombre generoso con la vida y la muerte. Ese en cuyo brazo encontrariais refugio y consejo. Fuerte en la batalla, pero delicado en el arte de vivir. Un caballero burlon, sobrio pero estrafalario. Amante idoneo. Social y hermitaño. En los cuentos de un hombre asi no faltaria la risa y la poesia, la sinceridad y la fantasia.
Pero hoy, olvide todas. Borre su imagen y desaparecio su carga pesada.
Gracias a mi olvido, soy mas feliz, estoy mas vivo.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Momentos underground

Son las siete de la tarde en Den Haag, y pedaleo a velocidad acelerada, llego tarde a mi trabajo eventual de friega platos. Entro por la puerta de servicio en un club social para ricos, y como si trabajara alli toda la vida Peter me da un delantal azul para holandeses (a mi me sobra un metro de tela). Mi jefe es un gigante de edad indefinida, con sonrisa perenne de dos dientes, gafas redondas y pequeñas, y orejas de perro que le caen desde arriba.
Estoy en las mismas cocinas que limpio por las mañanas, pero ahora todo es diferente. Me explican el trabajo y empiezo a tope. Poco a poco el jefe empieza a coger confianza y empieza a contarme su vida. Entre italiano (aprendio un poco de su mujer fallecida) e ingles me cuenta sus andanzas por el mundo. Su mujer murio hace años y el se dedica a componer musica con un teclado y su ordenador. Solo con la mano derecha, me dice muy orgulloso, mientras escuchamos su musica en un aparato grasiento que saca de debajo de una cacerola.
Conforme las horas pasan voy percatandome de que las cervezas que bebe sin parar mientras limpia platos y sartenes hirviendo, no son mas que sobras de las mesas de arriba.
A las 10 los camareros bajan unos platos de ciervo con una pasta de patata irrecoonocible. Al principio lo veo comer con un poco de asco, con un tenedor que el mismo enjuaga. Mientras come y bebe como un cosaco, comienza a cantar en italiano a viva voz. A la tercera cancion no puedo dejar de unirme a la fiesta, y alas 11 estoy comiendo ciervo, pastel de pera, entremesesdecorados, ahora es Peter el que escucha, y yo el que entre tenedorada y tenedorada le canto una sevillana antigua al monstruo de los sotanos.
Son las una de la noche y me despido de el amo del calabozo, se pone triste, me cogio cariño. Salgo a la calle y el aire me refresca las ideas y el alma, ahora Peter es un sueño y yo vuelvo a casa con regusto a caza entre los dientes.