lunes, 13 de abril de 2009

Mi mujer es un tenedor y yo un cuchillo, luego me converti en cuchara

(a la izquierda, Plano de amor. A la derecha La casa y el árbol)


Hace unos meses me levante como cada mañana. Compré el periodico y esperé. Luego me hice un cafe con el que atrincherarme en miradas furtivas.
Mi temor más horrible vino en el almuerzo (lloré amargamente los espaguetis y el rioja). Mi mujer se había convertido en una muñeca. No una cualquiera, era una Barbi superestar con todos sus complementos. Creo que hubiera preferido una Nanci o incluso una de trapo, pero no, alli estaba ella con su cabello rubio quemado y su cara de oleo intacta.
No creais que me acostumbré rápido al cambio. Bueno he de admitir que me daba cierto morbo el roce de sus piernas de plástico, pero todo lo demás eran contratiempos.
Dejamos de hablarnos, claro está, pero ella no perdia su sonrisa angelical a la que yo respondía de la misma manera.
Hace unos dias me levante como cada mañana. Compre el periodico y esperé. Luego me hice un cafe en el que atrincherarme. Pero fue afeitandome cuando por fin me di cuenta de mi metamorfosis. Me había convertido en el muñeco de la barbi.
Esa misma mañana firmamos los papeles del divorcio.

(mi mujer es un tenedor y yo una cuchara)

2 comentarios:

Arturo Parrilla García-Pelayo dijo...

hola....se puede?

Arturo Parrilla García-Pelayo dijo...

El mundo de los cuchillos es muy cortante;todo el mundo sabe que los de sierra siempre han humillado a los de untar, el cuchillo jamonero utiliza una afilada ironía para dejarte cortado cuando menos te lo esperas, y las navajas se hacen las tímidas ocultandose en sus caparazones, pero siempre están preparadas para pincharte donde más te duele. Además, si eres cuchillo estás destinado a padecer una anorexia galopante para poder ejercer tu profesión, hasta que llega el día en que te has quedado tan delgado que nadie se atreve a limarte más las uñas, y quedas relegado al cajón de los utensilios jubilados.
Te digo una cosa, hay por ahí unas sopas y unos potajes que ríete tú de los filetes...