En Amsterdam hay un pequeño restaurante griego en el centro. La comida no es realmente una maravilla, ni tampoco barata. El sitio no tiene encanto, y la camarera aunque mu guapa no te mira. Pero a partir de las 23 el psipuro empieza a hacerte efecto y la pareja de musicos que amenizaban hasta ahora, comienzan a multiplicarse, violines, flautas, guitarras, percusiones. Bailarines espontaneos y cantantes apasionados. El anis griego sigue corriendo y terminas uniendote a la fiesta con un pandero gigante. Mientras por un oido escuchas las instrucciones del viejo musico de como seguir el ritmo, por el otro algun borracho griego te cuenta un chiste entre dientes, creyendo que eres de peloponeso. Kala, kala, le respondes siguiendo la aventura de ser griego por una noche.
La noche termino, despues de babear por una turca, su baile de caderas y manos graciles, despues de cantar como otro cualquiera Sagapo.
(El psipuro no te deja huella por la mañana, o si, no lo recuerdo)
Enseñanzas vitales.
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Hace dos años escribimos con inocencia y cariño esta lista de pros y
contras. En aquel momento todo parecía demasiado enrrollado, y es que hay
decisiones d...
Hace 11 años
2 comentarios:
Que de envidia loca das
exacto, esa es la actitud!!! :D
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